IDIAPJGol analiza los factores asociados a las infecciones de transmisión sexual de repetición en Barcelona
En los últimos años ha aumentado la frecuencia de infecciones de transmisión sexual (ITS), así como el número de personas con múltiples infecciones. Por eso se planteó un estudio con el objetivo de describir las características epidemiológicas de las personas con ITS repetidas y determinar los factores de riesgo de estos episodios en personas que viven en Barcelona durante diez años (2007-2018).
Los datos son de la Agencia de Salud Pública de Barcelona y también participaron investigadores e investigadoras de esta institución. El estudio se basa en todos los casos de ITS bacterianos incluidos en el registro de ITS de Barcelona e incluyen la sífilis, la gonococia y el linfogranuloma venereum (LGV). El análisis se estratificó por sexo y lugar de nacimiento.
De 9927 personas con diagnóstico de la ITS bacteriana, el 17,0 % (1690) tuvo al menos dos episodios de ITS durante el período de estudio. Entre los resultados más importantes destaca que existe un mayor riesgo de ITS repetidas en los jóvenes (menores de 34 años) gays, bisexuales, u otros hombres que tienen sexo con hombres, y transgénero o mujeres transexuales (GBHSHT), en personas con infección por el VIH y personas con un primer diagnóstico de gonorrea y de LGV.
Respeto al país de nacimiento, aunque otros estudios relacionan una mayor la incidencia de diversas ITS en la ciudad de Barcelona en la población nacida en el extranjero, en nuestro estudio tener una ITS repetida se asoció con haber nacido en España. Este resultado se debe probablemente al hecho de que el infradiagnóstico del VIH es más frecuente en la población inmigrante (GBHSHT) en Cataluña. Por otro lado, algunos estudios también han demostrado que la población inmigrante se enfrenta a un mayor número de barreras para acceder a los servicios sanitarios, experimenta una mayor discriminación y tiene otros problemas que aumentan su vulnerabilidad.
“Para prevenir las repeticiones de las ITS, sugerimos reforzar programas a estos grupos de población joven diagnosticada con una primera ITS”, afirma Constanza Jacques, investigadora principal. Esto significa la implicación activa del área de educación y de los profesionales de la salud en la promoción de la sexo-afectividad. Además, estos programas deberían integrar los determinantes estructurales y sociales que comienzan con la edad escolar. Los programas deberían también considerar las necesidades de esta población desde la perspectiva de la diversidad de las identidades sexo-género y con un enfoque antirracista. “Conocer estos datos y cómo gestionar el sexo en el marco del placer y el riesgo son retos importantes de cara a profesionales y ciudadanía general”, concluye Jacques.
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