Carolina Lapena: “La pandemia nos ha hecho aprender que debemos cuidar más a los cuidadores”
El estudio "Sobrecarga en personas cuidadoras informales de personas atendidas a domicilio por atención primaria durante la pandemia", desarrollado por residentes de enfermería de los CAP Bon Pastor, El Carmelo, La Mina y Poblenou ha obtenido últimamente dos reconocimientos: el premio de la decimocuarta Jornada de Investigación para Residentes de la Atención Primaria y en la Comunidad de Barcelona Ciudad (APBCN) y también el 1r premio del 11ª Jornada de especialistas en Enfermería Familiar y Comunitaria de la Asociación de Enfermería Familiar y Comunitaria de Cataluña (AIFICC). Hablamos con Carolina Lapena, enfermera especialista e investigadora del IDIAPJGol, que ha sido la tutora de esta promoción.
¿Cómo nace este proyecto?
Dentro de la parte formativa de los residentes de enfermería familiar y comunitaria, una de las tareas es realizar un trabajo de investigación, y éste surgió de los propios residentes. Inicialmente tuvieron en cuenta diferentes temáticas que les podían ser interesantes o estimulantes. Y una de las que surgió fue esa. A mí también me gustó mucho la idea porque ya desde el planteamiento inicial tuvimos claro que sería un estudio mixto de combinar algo distintas metodologías, tanto la cuantitativa como la cualitativa. Y también encajaba mucho con mi idea de lo que tenía que ser ese proceso formativo de degustación de la investigación. Teníamos claro que sería una cata porque sólo eran dos años y teníamos que hacer muchas cosas en muy poco tiempo, pero sí que les haría probar diferentes metodologías y herramientas.
¿En qué consistió el trabajo de investigación?
El proyecto analizó cuál había sido la variación de la sobrecarga a los cuidadores y cuidadoras de personas que estaban incluidas en el Programa de atención domiciliaria (ATDOM) de la atención primaria y comunitaria en Cataluña. que atiende a personas que normalmente no pueden salir de su domicilio, con los niveles más altos de dependencia y de fragilidad y por tanto, necesitan a alguien que esté cuidando de ellos de forma cotidiana. Sabemos que las personas que están cuidando a otros tienen un riesgo de cansancio porque es una tarea que requiere, ya no sólo mucha dedicación física, sino sobre todo emocional. La pandemia hizo que estos asistentes estuvieran en los domicilios cuidando a estas personas mientras todo el sistema sanitario estaba priorizado en hacer detección de Covid y en atender patologías agudas y, por tanto, todo aquel apoyo que se ofrecía se tuvo que readaptar. Queríamos saber cómo había podido impactar todo esto en el cansancio de cuidadores y cuidadoras a la hora de atender a estos familiares o personas cercanas a las que cuidaban.
¿Y cuáles son las conclusiones?
Pues que durante el pico de la pandemia sí hubo un empeoramiento de los cuidadores y cuidadoras que cuidaban a las personas incluidas en el programa, pero que ese empeoramiento no era porque el estado de salud de los ATDOM hubiera empeorado, sino por el miedo o la incertidumbre que todos sufrimos, agravado por problemas de salud propios, o porque el apoyo familiar o social preservaba a esta persona cuidadora de cualquier contacto exterior. De este modo, el asistente o asistenta no tenía opción de esparcirse o de romper de vez en cuando con aquella situación, y así empeoraba su cansancio.
¿Qué han supuesto estos premios por el colectivo?
Es un reconocimiento a un trabajo realizado por los residentes. Cuando empiezan la residencia, puedo entender que de lo que tienen ganas es ver pacientes y tocar el terreno. Y quizás un trabajo de investigación no era de las cosas que a priori les animara mucho. Entonces, creo que el hecho de que finalmente ellos vean que han terminado este trabajo de investigación y que sacan conclusiones que pueden impactar en su práctica diaria y que tiene valor lo que tú haces en la investigación para tu labor asistencial. Yo creo que este trabajo de investigación les impacta porque ven que esto tiene una utilidad, y si encima este reconocimiento viene de fuera en forma de premio por parte de un tercero externo que, en teoría, es siempre más experto, pienso que pone en valor todo este trabajo realizado. Y si, además, el colectivo de personas premiadas son enfermeros y enfermeras, pues para mí tiene todavía más motivo, porque históricamente tenemos una tradición investigadora menos reconocida o menos valorada.
Háblanos de la aplicabilidad del proyecto dentro de la atención primaria.
Aunque el contexto de este estudio fue la pandemia, sí que nos permite extraer conclusiones a la hora de repensar un poco nuestro trabajo. Es decir, debemos hacer programas que sean muy adaptables, porque esto que ha pasado ahora no sabemos si volverá a ocurrir, y nos abre la mente a tener claro que debemos trabajar en red. No sólo existimos los servicios sanitarios, sino que existe toda una red de recursos sociales, familiares, agentes de barrio... Debemos tener en cuenta las características de ese barrio, de aquella población, de aquella familia, de aquella persona, la que estamos atendiendo e incorporarlas, porque cada uno tiene sus circunstancias, y cómo esto nos condicionan. También puede darnos pistas sobre qué tipo de información recogemos en las historias clínicas: nos hemos dado cuenta de que nos faltaba mucha información de los cuidadores; teníamos mucha información de la persona ATDOM, pero quizá deberíamos recoger información de la persona que cuida, que es tanto o más importante. Y debemos ser conscientes de la importancia de que haya un rigor, una metodología y una evidencia que justifique las prácticas que hacemos. Esto nos ayuda a focalizar en que debemos fijarnos más en una persona, por ejemplo, que está cuidando a otra. Y lo que siempre decimos: lo de cuidar al cuidador cobra más importancia que nunca en estudios como éste.
Cómo es el trabajo que haces como tutora de las enfermeras residentes en enfermería familiar y comunitaria?
Lo que hacemos un poquito desde el principio es planificar el trabajo de investigación, que es el objetivo final. El primer año puede que esté más dirigido a una fase más formativa, más de explicar conceptos e ideas muy básicas de todo lo que es la investigación. Aprovechamos también para enseñar los recursos con los que pueden contar, tanto instrumentales como para realizar búsquedas, como incluso recursos físicos de la Unidad de Apoyo a la Investigación, y que conozcan también a las personas del servicio o todo lo que pueden encontrar, porque les puede ser útil para realizar este trabajo de investigación, pero también cuando acaben su residencia, si quieren dedicarse a ello. Después ya empiezan a hacer trabajo de campo y vamos viendo la aplicabilidad y cómo todo esto puede ir encajando en su trabajo específico, con su temática y con las dificultades o cosas que van encontrando, a la vez que la investigación avanza. Y, en definitiva, esto también te posiciona ante la profesión, en cómo te cuestionas tu práctica del día a día, al salir algo de la zona de confort, querer aportar y querer aprender más cosas para cuestionarte a ti mismo . Al fin y al cabo, se trata de que nunca pierdan el gusanillo de la curiosidad y de la investigación.
¿Cuesta que los y las residentes se entusiasmen por la investigación?
Al principio cuesta que se entusiasmen; nadie elige investigar. Forma parte del currículo que deben alcanzar y por tanto, toca hacerlo. Algo que les voy repitiendo desde el primer día es que mi objetivo es que aprendan cuatro cositas, pero sobre todo que lo pasen muy bien. Si lo pasan bien, seguirán haciéndolo, después. En estos dos años tenemos momentos de euforia, de estar muy satisfechos y muy contentos, y también momentos difíciles, porque cuesta mucho albergarlo. Pero cuando llega el final, ven el resultado de su trabajo y entienden la gracia de que una enriquece a la otra hablando con otros compañeros y compañeras y van viendo que todos han logrado cosas provechosas. Y finalmente, cuando valoran todo este esfuerzo, ven que quizás ha merecido la pena, como para que, en otro momento, tengan ganas de volver a probarlo. ¿Por qué no?