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Un estudio del IDIAPJGol sugiere que el primer año de pandemia se detectaron menos casos de ansiedad y depresión en la Atención Primaria

Los investigadores han analizado los datos de más de 3 millones de personas para calcular la incidencia esperada de estos diagnósticos durante el primer año de la pandemia, que posteriormente han comparado con la incidencia realmente observada. Se observó un pico en los diagnósticos de ansiedad al inicio del confinamiento. Más allá de este pico, la incidencia de los diagnósticos de ansiedad y depresión fue inferior a la esperada, especialmente en mujeres, adultos jóvenes y personas que vivían en zonas más desfavorecidas.

ansiedad covid

En Cataluña, la mayoría de estudios sobre el impacto de la COVID-19 en la salud mental se han realizado a partir de encuestas autoadministradas realizadas durante las etapas iniciales de la pandemia. En estas encuestas se intuye un aumento de los síntomas de ansiedad y depresión durante el confinamiento, especialmente entre las mujeres y los adultos más jóvenes. No obstante, las visitas sanitarias relacionadas con problemas de salud mental se redujeron sustancialmente en la atención primaria, los servicios de urgencias y los entornos hospitalarios tras el anuncio del confinamiento en marzo del 2020. La discrepancia entre el incremento del malestar psicológico de la población y la reducción de los diagnósticos de salud mental en el contexto de la pandemia puede ser indicativa de una falta o de un retraso en la detección de estos trastornos. Este hecho es especialmente relevante en el caso de la ansiedad y la depresión, ya que el retraso diagnóstico se asocia con frecuencia a peores resultados en salud en la población adulta.

Algunos estudios sugieren que los efectos de la pandemia sobre la salud mental y el bienestar de las personas pueden persistir más allá de las medidas de confinamiento, provocando un aumento en el número y la gravedad de los problemas de salud mental a largo plazo. En este estudio, investigadores del IDIAPJGol han analizado la incidencia de los trastornos de ansiedad y de los trastornos depresivos para determinar si sus tendencias se habían visto afectadas por las diferentes etapas de la pandemia de la COVID-19 en Cataluña. Para hacerlo, han analizado los datos procedentes de la atención primaria de más de 3 millones de personas mayores de 18 años. A partir de la incidencia de estos trastornos durante los dos años anteriores a la pandemia, los investigadores han hecho una estimación de la incidencia esperada, que posteriormente han comparado con la incidencia realmente observada durante el año posterior al inicio del confinamiento en Cataluña (de marzo del 2020 a marzo del 2021).

Mujeres, adultos jóvenes y habitantes de zonas urbanas desfavorecidas, los grupos más afectados

En este gran estudio de cohortes de base poblacional, los investigadores han observado grandes variaciones en la incidencia de los trastornos de ansiedad y de los trastornos depresivos diagnosticados en la atención primaria durante los diferentes periodos de la pandemia de la COVID-19 en Cataluña. La incidencia de los trastornos de ansiedad mostró un pico repentino al inicio del confinamiento, y aumentó un 37 % en comparación con los valores esperados en marzo del 2020. Este pico vino seguido de una reducción del 16 % de los diagnósticos durante los meses posteriores al confinamiento. Por otro lado, la incidencia de los trastornos depresivos disminuyó bruscamente al inicio de la pandemia, llegando a su valor mínimo en abril de 2020. En comparación con los datos esperados, las reducciones en el diagnóstico de los trastornos depresivos fueron del 46 % durante el confinamiento, y del 22 % en los meses posteriores.

“Según nuestro modelo, la incidencia de los trastornos de ansiedad y de los trastornos depresivos no alcanzó los valores esperados un año después del inicio del confinamiento en Catalunya. Esto sugiere que la detección de estos problemas de salud aún no se ha recuperado de los efectos negativos de la pandemia”, explica Berta Raventós, primera autora del estudio. Pese a que el impacto negativo en la incidencia de los trastornos de ansiedad y de los trastornos depresivos parecía darse en todos los sexos, grupos de edad y niveles socioeconómicos, se observó una mayor afectación entre mujeres, adultos jóvenes y personas que vivían en las zonas urbanas más desfavorecidas.

“Las reducciones en los diagnósticos en estos grupos son especialmente preocupantes, ya que previamente habían sido identificados como unos de los más afectados por la pandemia a nivel de salud mental”, añade Raventós. Además, el estudio sugiere que las personas de entre 18 y 34 años eran el único grupo de edad con aumentos significativos de casos de trastornos de ansiedad durante el último trimestre de 2020 (mujeres) y primer trimestre de 2021 (tanto mujeres como hombres) en comparación con los mismos periodos de 2018 y 2019. El empeoramiento de la salud mental de este grupo se puede atribuir probablemente a la interrupción drástica de su vida diaria, incluido su acceso a la educación y las oportunidades laborales, y las restricciones en las interacciones sociales.

El número reducido de nuevos diagnósticos observados, en comparación con el número esperado obtenido en este estudio, probablemente representa un gran número de trastornos que no han sido diagnosticados ni tratados. En un futuro, esto podría ocasionar un incremento en la demanda de servicios de salud mental, un mayor uso de los servicios de emergencia debido a problemas de  salud mental y un mayor riesgo de suicidio.     

El estudio se ha publicado en la revista científica BMJ Open y se puede consultar aquí.