La fibrilación auricular (FA) —una alteración del ritmo cardíaco— diagnosticada antes de los 70 años se asocia con un incremento del 21 % en el riesgo de desarrollar demencia y de hasta el 36 % en el caso de demencia de inicio temprano (antes de los 65 años). Esta asociación es más intensa en adultos jóvenes y se atenúa en personas mayores de 70 años. Así lo concluye un estudio liderado por el Hospital Universitario de Bellvitge, en colaboración con el IDIAP Jordi Gol, presentado en el congreso científico EHRA 2025 de la Sociedad Europea de Cardiología, celebrado esta semana en Viena.
Estudio de base poblacional
“Se trata del estudio europeo de base poblacional más grande realizado hasta la fecha para evaluar la relación entre FA y demencia”, explican el Dr. Julián Rodríguez García y el Dr. Andrea Di Marco, especialistas de la Unidad de Electrofisiología y Arritmias del Área de Enfermedades del Corazón del Hospital de Bellvitge. “La relación es especialmente marcada en pacientes menores de 70 años, y muy notable en los casos de demencia de inicio temprano”, añaden.
La fibrilación auricular provoca un ritmo cardíaco irregular y es relativamente frecuente, con una prevalencia estimada entre el 2 % y el 3 % de la población general, y aumenta con la edad.
Hasta ahora, varios estudios habían sugerido una posible asociación independiente entre FA y demencia, pero con resultados contradictorios. La solidez de esta relación y su vínculo con el ictus siguen siendo objeto de debate. “Identificar los subgrupos de mayor riesgo puede ayudar a entender mejor los mecanismos implicados y orientar estrategias preventivas más eficientes”, apunta el Dr. Ignasi Anguera, jefe de la Unidad de Electrofisiología y Arritmias e investigador del grupo Bio-Heart del IDIBELL.
SIDIAP
Los datos de la población catalana, analizados por el Dr. Jordi Blanch, de la Unidad de Apoyo a la Investigación Girona del Instituto de Investigación en Atención Primaria Jordi Gol y Gurina (IDIAP Jordi Gol), provienen del Sistema de Información para el Desarrollo de la Investigación en Atención Primaria (SIDIAP), que recopila información anonimizada de más del 80 % de la población. Se trata de un estudio observacional de base poblacional iniciado en 2007, con personas de 45 años o más sin diagnóstico previo de demencia.
La demencia se identificó mediante códigos de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) y prescripciones de medicación específica. Se consideró como demencia de inicio temprano aquella diagnosticada antes de los 65 años. El período de seguimiento fue de 15 años, hasta 2021.
En total, se incluyeron 2.520.839 individuos, con una media de seguimiento de 13 años. Al comienzo, 79.820 pacientes (3,25 %) tenían un diagnóstico de FA. El análisis multivariable ajustado por factores de confusión mostró que la FA es un predictor estadísticamente significativo, aunque globalmente modesto, de demencia (aumenta el riesgo en un 4 %).
El papel determinante de la edad
Sin embargo, la edad resulta decisiva: la intensidad de la asociación entre FA y demencia disminuye progresivamente con la edad. De hecho, la asociación es máxima en pacientes de entre 45 y 50 años y pierde significación a partir de los 70 años.
Así, en pacientes diagnosticados con FA antes de los 70 años, el riesgo de demencia aumenta un 21 %, y en el caso de demencia de inicio temprano, hasta un 36 %.
Según los investigadores, “la demencia es una condición multifactorial con múltiples causas neuropatológicas. Esto podría explicar por qué la FA tiene un impacto mayor en pacientes más jóvenes, en los que puede actuar como uno de los factores principales. En cambio, en edades más avanzadas, otras causas como la neurodegeneración asociada a la edad pueden diluir el efecto de la FA”.
Las pruebas de sensibilidad, que excluyen a pacientes con antecedentes de ictus, refuerzan los resultados: la FA sigue asociada a un incremento del 6 % en el riesgo de demencia global, del 23 % en pacientes diagnosticados en edad media y del 52 % en casos de demencia de inicio temprano. Por tanto, la asociación entre FA y demencia podría implicar mecanismos distintos al ictus, como microinfartos, microhemorragias o ictus silenciosos, detectables solo con técnicas de TAC o resonancia magnética.
Además, “la FA puede provocar alteraciones hemodinámicas y disfunción autonómica que afectan la circulación cerebral. La inflamación sistémica asociada a la FA podría reforzar estos efectos y crear un camino sinérgico hacia la demencia”, señalan.
“El nuestro es un estudio que evidencia una asociación clara y relevante entre dos de las grandes amenazas sanitarias del siglo XXI: la fibrilación auricular y la demencia. Será necesario analizar si una detección precoz y un control más intensivo de la FA en pacientes jóvenes puede ayudar a prevenir o retrasar la aparición de la demencia”, concluyen los autores.