El aumento preocupante en los niveles de resistencias bacterianas, supone una de las principales amenazas reales de la salud pública que hace inaplazable el diseño e implantación de estrategias encaminadas a paliar su impacto. Entre ellas se incluyen el desarrollo e investigación en nuevas moléculas antibacterianas, pero sobre todo el fomento de una optimización y uso adecuado de los antimicrobianos. Debemos pensar que los antibióticos son fármacos especiales en los que la elección dirigida a un paciente puede tener un impacto ecológico indirecto que puede comprometer la evolución de otro enfermo.
Por otra parte, cualquier médico puede prescribirlos, lo que les convierte en potenciales fármacos con elevado sobreuso. En el caso de la Atención Primaria los antimicrobianos son con toda seguridad uno de los grupos más utilizados (90% del total de las prescripciones), si bien se conoce que hasta un 50% de las mismas es inapropiado. Las consecuencias de todo ello se traducen en una mayor morbimortalidad, elevada presencia de efectos secundarios (20% de las consultas a los servicios de urgencias se producen por toxicidades farmacológicas relacionadas), inducción en el incremento de las resistencias y el agotamiento directo de los antimicrobianos activos.
De unos años a esta parte, los programas de optimización del uso de antimicrobianos (PROA), junto con los programas vigilancia y control de la infección, juegan un papel crucial en la reducción de emergencias y trasmisión de los patógenos resistentes causantes. Dichos sistemas cuentan con suficiente validez científica y recomendación para que su implantación sea universal. Hasta el momento, estos programas se han prodigado en el ámbito hospitalario han mostrado su máxima eficacia. Sin embargo, a pesar de su impacto, los PROA precisan de un mayor impulso en el ámbito de la Atención Primaria (AP), tanto en Catalunya como en el resto de comunidades españolas, pues no cuentan todavía de suficiente arraigo más allá de áreas aisladas pioneras. Los PROA fundamentan su espectro de acción sobre criterios de eficacia, seguridad, conveniencia o coste-efectividad, apoyados en una evidencia científica actualizada y en la sensibilidad local de los patógenos más frecuentemente implicados en las infecciones tratadas. Su metodología de acción se articula a través de la recomendación, asesoría y formación educativa pero también en la introducción de intervenciones encaminadas a evitar la prescripción.
El uso de técnicas de diagnóstico rápido (TDR) en las consultas, la prescripción diferida de antibióticos o la comunicación más activa con los pacientes a través de material informativo, son medidas que han demostrado ser útiles para un uso más racional de estos fármacos, reduciendo el elevado porcentaje de prescripción innecesaria existente en la actualidad. La primera de ellas, recogida en el documento titulado Tackling drugs resistant globally: Final report and recommendations, perteneciente al Global Action Plan on Antimicrobial Resistance, firmado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2016 y recientemente comprometido en el 2023, ha demostrado que puede llegar a reducir la prescripción innecesaria de antibióticos en un 70% en las infecciones del tracto respiratorio inferior, siempre que se sigan correctamente las guías de práctica clínica y usen estas pruebas rápidas en las situaciones recomendadas. Debemos pensar que el 60-70 % de la prescripción global de antibióticos realizada por médicos de familia y pediatras, se usa para tratar las infecciones respiratorias bajas, cuando la OMS estima que globalmente sólo podría estar justificado su uso en el 15-20 % de las ocasiones.
Entre las TDR, la determinación de Proteina C Reactiva (PCR) es una de las que se muestra más en auge pues, aun siendo un reactante de fase aguda que indica lesión tisular sin discriminar entre infección, traumatismo o inflamación, en el contexto clínico adecuado puede utilizarse como marcador de infección ayudando al médico de familia en el manejo de la infección respiratoria aguda. La ventaja de la PCR es que sus valores extremos ayudan a discriminar entre infecciones leves y graves. Su utilización en las consultas de atención primaria puede reducir el consumo de antibióticos sin que empeore la evolución clínica. Sin embargo, por extraño que parezca, este tipo de técnicas no cuentan con una difusión de uso dentro del panorama asistencial comunitario nacional.
Aprovechando las recientes recomendaciones emitidas desde la Sociedad de Atención Primaria en cuanto a su indicación y el informe de evaluación de técnicas sanitarias (AETSA), emitido por el Ministerio de Sanidad y Consumo y el PRAN (Plan Nacional contra las resistencias antibióticas), sin que existan trabajos de investigación encaminados a la validación en la práctica clínica dentro de lo pudiese corresponder a una actuación de PROA, se plantea el siguiente proyecto.
En Lleida se dispone de PROA territorial con reconocimiento institucional por el Departament de Salut, denominado P-ILEHRDA, que se muestra identificado dentro de los planes estratégicos del Pla de Salut 2021-2025 de la Región Sanitaria de Lleida. Entre otras acciones, contempla el despliegue de realización de determinaciones de PCR en los próximos años, mediante analizadores colocados en los dispensarios, en el total de áreas básicas de salud, a partir de haber sido pioneros en Catalunya de su realización desde el año 2018. Tras 5 años de nuestra experiencia creemos oportuno analizar los resultados de eficacia y efectividad obtenidos en su realización, en contraste con lo ofrecido por la literatura, con el fin de que sus resultados puedan servir de justificación y apoyo en su utilización universal en los próximos años.